¿Sabías que hoy es más fácil encontrar una tienda de souvenirs que una panadería en Santiago? Descubre cómo la turistificación está cambiando la ciudad.
El otro lado del boom: ¿Qué pasa cuando hay más souvenirs que panaderías?
Si alguna vez has recorrido las empedradas calles del centro histórico de Santiago de Compostela, seguro sentiste esa mezcla entre lo ancestral y lo vibrante. Pero detrás de la postal perfecta se esconde una transformación silenciosa que pone sobre la mesa un debate crucial: ¿Hasta dónde puede crecer el turismo sin devorar la esencia local?
En los años 90, era común ver comercios para el día a día: zapaterías, panaderías con olor a masa recién horneada y librerías donde perderse horas. Hoy, muchas de esas fachadas han sido reemplazadas por tiendas de recuerdos y delicatessen para turistas. Según cifras recientes del Ayuntamiento, los comercios orientados a vecinos en la zona histórica bajaron de 645 a 202 desde 1990. Mientras tanto, las tiendas turísticas ya superan las dedicadas a los locales. Este fenómeno tiene nombre propio: turistificación.
Como psicóloga y asesora en bienestar integral, veo cómo estos cambios afectan no solo al tejido económico sino también al sentido de pertenencia y calidad de vida de quienes hacen su vida aquí. La ciudad se transforma no solo físicamente sino emocionalmente: cada cierre es un pequeño duelo colectivo.
Turistificación en cifras (y emociones): el impacto real
No se trata solo de nostalgia; los números hablan por sí solos. En 1999, Santiago alojaba casi medio millón de viajeros al año; para 2023 esa cifra casi se duplicó. Sin embargo, el precio ha sido alto: negocios emblemáticos cierran sus puertas mientras otros adaptan su oferta exclusivamente al visitante fugaz.

Este proceso genera tensiones entre quienes viven y trabajan en el casco histórico y quienes lo visitan durante unos días buscando “la experiencia auténtica”. Es como si hubiera dos Santiagos coexistiendo en paralelo —el cotidiano y el turístico— pero rara vez dialogan.
Además del comercio minorista, la presión inmobiliaria también juega un rol fundamental: alquileres disparados y pisos convertidos en alojamientos temporales. En términos de bienestar social, esto puede conducir a lo que algunos expertos denominan "gentrificación emocional", una sensación difusa pero persistente de pérdida comunitaria.
Para profundizar sobre los riesgos globales del turismo masivo puedes leer este reportaje clave: El turismo español afronta el riesgo real de morir de éxito.
¿Puede sobrevivir el comercio local? Lecciones desde dentro
Frente a este panorama, surgen iniciativas tanto públicas como privadas para equilibrar la balanza:
- El Ayuntamiento apuesta por limitar nuevas aperturas turísticas en el centro histórico.
- Se recuperan ayudas para conservar comercios emblemáticos (¡vuelta a los 90!).
- Vecinos organizan mercados alternativos y rutas gastronómicas pensadas desde y para residentes.
Desde mi experiencia acompañando procesos comunitarios en barrios urbanos gentrificados —en Buenos Aires he visto historias similares— sé que la clave está en fortalecer redes locales e impulsar proyectos participativos. Lo esencial es dar espacio real a quienes habitan el barrio todo el año; ellos son los verdaderos guardianes de su identidad.

Claves prácticas para apoyar al comercio local:
- Compra regular en tiendas tradicionales aunque sea menos conveniente.
- Participa o promueve actividades culturales vecinales.
- Difunde iniciativas autóctonas en redes sociales con hashtags relevantes (#SantiagoEsDeTodos #ComercioLocalVivo).
- Propón ideas innovadoras directamente a comerciantes (¡el feedback positivo suma!).
Un ejemplo inspirador es lo que ocurre en Málaga o Barcelona —ciudades pioneras gestionando su propia turistificación— donde existen plataformas digitales como Somos Locales que visibilizan opciones auténticas más allá del circuito turístico clásico.
El equilibrio necesario: ¿Regulación o resistencia?
La regulación propuesta por Santiago incluye prohibiciones explícitas (casinos fuera del área monumental, límites estrictos a nuevos hoteles) pero también incentivos proactivos. La intención es recuperar ese delicado equilibrio entre ciudad vivida y ciudad visitada.
Lo interesante aquí es reflexionar juntos sobre qué significa realmente "preservar la autenticidad". No se trata de congelar el tiempo ni rechazar al visitante, sino más bien reimaginar modelos donde ambos mundos puedan enriquecerse mutuamente sin sacrificios extremos.
Como defensora del bienestar integral considero crucial escuchar tanto a vecinos como a visitantes —fomentando espacios seguros donde compartir necesidades reales sin demonizar ninguna parte—. Solo así será posible construir ciudades abiertas pero habitables.
Más allá del souvenir: reinventando nuestra relación con las ciudades turísticas
Vivimos un momento ideal para replantearnos cómo consumimos experiencias urbanas. El reto no es expulsar al turista sino reconectar con las raíces propias y generar puentes sinceros entre culturas.
Imagina pasear por Santiago dentro de diez años encontrando pan recién hecho junto al mejor queso artesanal gallego… Y poder recomendar ambos lugares sin sentir culpa ni nostalgia excesiva.
Si eres residente o peregrino frecuente recuerda: tu presencia consciente importa —cada elección diaria suma para mantener viva esa chispa original que enamora incluso antes del primer selfie ante la catedral—.
¿Y tú? ¿Qué recuerdos tienes del Santiago auténtico? Cuéntamelo aquí abajo o comparte tu historia usando #MiSantiagoReal. Entre todas nuestras voces podemos influir mucho más allá de las estadísticas oficiales.
Preguntas frecuentes sobre turistificación en Santiago
¿Por qué hay cada vez menos comercios tradicionales en Santiago?
La presión inmobiliaria y el auge turístico han encarecido alquileres y cambiado hábitos de consumo hacia productos orientados al visitante temporal más que al residente habitual.
¿Qué hace el Ayuntamiento contra esta tendencia?
Ha propuesto regulaciones limitando nuevas aperturas turísticas y recuperado ayudas específicas para proteger negocios emblemáticos locales e históricos dentro del casco antiguo.
¿Hay ciudades españolas con problemas similares?
Sí; Barcelona y Málaga enfrentan retos parecidos e incluso han implementado medidas aún más restrictivas para preservar su identidad comercial tradicional frente al boom turístico internacional.
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