Descubre cómo Hugues Aufray, leyenda viva de la chanson, desafía las normas y vive un romance sin edad en Marly-le-Roi. ¿Qué le indigna hoy?
Hugues Aufray: el rebelde sereno del último romanticismo francés
No todos los días se tiene la oportunidad de adentrarse en el universo íntimo de una figura como Hugues Aufray. A sus 96 años (¡sí, lo has leído bien!), el intérprete de "Céline" sigue desafiando expectativas y normas sociales desde su particular paraíso en Marly-le-Roi. Esta semana me he sumergido en los relatos cruzados entre la memoria personal y los ecos de la chanson française que envuelven su vida actual—y te aseguro que hay mucho más allá de lo que cuentan los titulares.
Un jardín entre esculturas y recuerdos vivos
El hogar de Aufray es casi una obra conceptual: vive literalmente entre las huellas del arte. Su casa perteneció a Aristide Maillol, gigante de la escultura moderna. Desde joven soñó con esculpir antes de entregarse a la música—una anécdota preciosa que revela cómo algunas pasiones encuentran formas insospechadas de florecer. Una estatua de Dina Vierny vigila su jardín repleto de aromas exóticos; no por casualidad, es gracias al jardinero jefe del mismísimo Château de Versailles.
Pero esta calma bucólica tiene sus grietas. Aufray se indigna ante una curiosa paradoja francesa: “Es escandaloso necesitar permiso para plantar una bandera francesa frente a mi casa”. En Estados Unidos esto sería impensable; aquí resulta casi subversivo. Es un gesto sencillo pero cargado de sentido: ¿quién define hoy lo que significa pertenecer o celebrar la identidad nacional?
Amores tardíos y lecciones sobre el tiempo
Si hay algo que adoro del testimonio de Aufray es su honestidad brutal sobre el amor y las segundas oportunidades. Conoció a Murielle en un tren en 1995; fue un flechazo inmediato, pero entonces él ya compartía vida con Hélène Faure, madre de sus hijos. La vida les obligó a esperar 28 años para poder casarse—aunque nunca dejaron que los 45 años de diferencia empañaran su historia.

Me recuerda inevitablemente al revuelo mediático reciente sobre relaciones con gran diferencia de edad—como Renaud y Cerise—pero aquí hay algo menos sensacionalista y más auténtico: paciencia radical, respeto profundo por los ritmos vitales del otro. En tiempos donde buscamos gratificación instantánea (¿alguien dijo Tinder?), su historia es casi revolucionaria.
Entre conciertos eternos y motivos para seguir adelante
Lo asombroso no termina ahí: Aufray sigue dando conciertos dos o tres veces al mes. “Sobre el escenario canto durante más de dos horas”, presume sin falsa modestia. No es solo pasión artística; también hay amor práctico detrás: “Si sigo actuando es para regalarle una casa a Murielle”. La vivienda actual pertenece aún al legado artístico anterior y deberá ser devuelta cuando él falte—aquí entra esa otra cara poco glamurosa del arte envejecido en Europa: la fragilidad patrimonial.
En mis recorridos por festivales he visto cómo muchos artistas mayores resisten así: combinando impulso creativo con responsabilidades domésticas muy terrenales. Y eso les humaniza todavía más.
Rebelión suave contra clichés nacionales
La polémica sobre la bandera no deja indiferente porque encierra preguntas universales sobre pertenencia e identidad cultural en Francia… ¡y podríamos extrapolarlo perfectamente a España! ¿Por qué nos incomodan ciertos símbolos? ¿Quién decide qué gestos son patrimonio colectivo?
Aufray cita con ironía a Coluche (“No soy ni de derechas ni aún menos de izquierdas”) mientras desafía burocracias absurdas y sigue reinventando su vida sentimental lejos del escrutinio mediático tóxico que suele acompañar estos casos. Hay algo deliciosamente punk en ese modo elegante pero firme de desafiar reglas sin aspavientos.

- La vigencia moral: En plena era TikTok donde todo parece volverse viral y efímero, él demuestra que el legado puede construirse desde pequeños gestos persistentes.
- La defensa del arte mayor: Vivir rodeado por esculturas e historias vivas es una reivindicación sutil del valor permanente frente al consumismo cultural acelerado.
- El amor maduro: Convertir la espera (y la diferencia generacional) en fuerza narrativa desafía clichés románticos actuales.
Más allá del mito: ¿por qué importa Hugues Aufray hoy?
En 2025 seguimos necesitando referentes así—que combinen raíz e inconformismo amable, romanticismo adulto y rebeldía tranquila. Si quieres profundizar en la historia cultural francesa actual (y comparar sus retos con los nuestros), te recomiendo este análisis contemporáneo sobre identidad nacional francesa publicado por Le Monde.
Y si te apasionan las trayectorias vitales fuera de norma te sugiero explorar también este magnífico repaso sobre grandes amores tardíos en la cultura pop —porque los cuentos felices no entienden ni edades ni permisos administrativos.
Preguntas frecuentes sobre Hugues Aufray hoy
¿Por qué Hugues Aufray protesta por el uso del drapeau français (bandera francesa)?
Le resulta absurdo necesitar autorización para exhibirla en su propio jardín; ve esto como síntoma burocrático y debate identitario vigente en Francia.
¿Cuál es la relación entre Hugues Aufray y Murielle?
Se conocieron hace casi treinta años, pero solo pudieron casarse tras el fallecimiento de su primera esposa. Les separan 45 años pero les une una complicidad fuera de lo común.
¿Sigue activo profesionalmente Hugues Aufray?
Sí; continúa dando conciertos regulares incluso superados los 95 años como una forma tanto artística como práctica (para asegurarle un futuro a Murielle).
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