¿Por qué Magnus Colossus es mucho más que una atracción cerrada en Terra Mítica? Descubre la intriga y decadencia detrás del parque más polémico.
El sueño gigante que acabó en pesadilla
Recuerdo perfectamente la primera vez que vi Magnus Colossus en Terra Mítica. Aquel coloso de madera destacaba entre el paisaje alicantino como un monumento a la ambición de finales de los noventa. En aquel entonces, España parecía decidida a reinventarse a golpe de megaproyectos y exposiciones universales. El parque prometía ser nuestro Disney mediterráneo; Magnus Colossus era su gran emblema: 1.149 metros de longitud, 92 km/h de velocidad punta y un recorrido tan vertiginoso como las promesas políticas que lo impulsaron.
Hoy, esa montaña rusa yace cerrada desde 2016—un esqueleto imponente pero silencioso. ¿Qué nos dice su historia sobre nuestra propia relación con el espectáculo, el dinero fácil y la memoria colectiva?
Un viaje por la cultura del despilfarro
La historia de Terra Mítica no es sólo la de un parque fallido; es un espejo retrovisor donde se reflejan muchos excesos del urbanismo español. La famosa burbuja inmobiliaria no solo construyó urbanizaciones fantasmas sino también sueños tematizados que nunca terminaron de encajar con la realidad.
En los años noventa se quemó una enorme pinada—la mayor del Mediterráneo, según las crónicas—y tras el incendio (que jamás se llegó a esclarecer), el terreno fue recalificado para acoger ese faraónico proyecto. Con unos gastos iniciales desorbitados y previsiones infladas hasta el infinito, en 2004 Terra Mítica ya estaba en suspensión de pagos. ¿Cómo iba a competir con gigantes como Port Aventura o Disneyland París?

Magnus Colossus quedó pronto atrapada entre lo icónico y lo imposible: costoso mantenimiento (el calor mediterráneo hinchaba peligrosamente la madera), fallos estructurales y decisiones empresariales cuestionables. Se intentó parchear usando creosota para proteger la estructura… pero resultó ser cancerígena y prohibida por ley industrial.
Corrupción sobre raíles: juicios y condenas
Aquí entra uno de los elementos más apasionantes (y trágicos) del relato: los escándalos judiciales. Si te interesa cómo el artefacto cultural puede convertirse en nido de corrupción, este caso te fascinará tanto como a mí.
El juicio arrancó en 2015 e implicó a directivos y empresarios por delitos graves: malversación, fraude fiscal, facturas falsas por millones de euros y blanqueo de capitales. Hasta veinte personas fueron condenadas. El caso resume cómo una montaña rusa puede acabar convertida en símbolo del despilfarro institucionalizado—aquel vicio tan propio de cierta España pre-crisis.
Y sí, da vértigo pensar cuántas veces hemos visto repetir ese patrón: promesas grandiosas transformadas en ruinas rentables para algunos pocos.
El presente: ruinas para fans… y lecciones para todos
Volví recientemente a Terra Mítica movida por pura curiosidad nostálgica (y periodística). Lo que encontré fue casi una performance accidental sobre el paso del tiempo: visitantes ocasionales sacando selfies ante Magnus Colossus—ahora decorado involuntario más que atracción real—y zonas enteras del parque vacías salvo algún eco lejano de risas infantiles.
El parque sigue abierto pero lejos están sus días dorados (si alguna vez existieron realmente). En 2021 reportaba pérdidas millonarias e ingresos testimoniales frente a otros parques temáticos españoles (Port Aventura sigue siendo líder indiscutible). Ahora solo los devotos del ocio temático visitan estas instalaciones algo mustias; para los demás es casi un mito urbano local.
Pero hay algo poético en cómo Magnus Colossus permanece ahí arriba, visible desde kilómetros como recordatorio incómodo—pero necesario—de lo efímero del éxito fácil cuando no hay cimientos sólidos detrás.
Cultura pop, nostalgia y futuro incierto
Me pregunto si dentro de veinte años esta montaña rusa será objeto de culto cinéfilo o escenario post-apocalíptico para rodajes indie. De hecho, varias comunidades online dedican foros enteros a compartir fotos actuales y teorizar sobre posibles rehabilitaciones o reutilización creativa del espacio (¿un museo del fracaso? ¿Una ruta artística contemporánea?).
Este fenómeno conecta con una tendencia muy actual: resignificar espacios abandonados dándoles valor simbólico o artístico más allá del turismo convencional. Igual que sucede con viejos autocines o fábricas reconvertidas en salas culturales (ejemplo aquí), Magnus Colossus podría encontrar nueva vida si dejamos volar la imaginación… aunque nada podrá borrar el vértigo institucional que provocó su caída.
¿Qué aprendemos realmente?
Más allá del morbo por las ruinas modernas o el puro cotilleo político, historias como esta invitan a repensar nuestro consumo cultural e incluso nuestras expectativas como público:
- ¿Valoramos más la experiencia auténtica o el envoltorio mediático?
- ¿Hasta qué punto aceptamos la espectacularidad sin preguntarnos por su sostenibilidad?
- ¿Qué responsabilidad tenemos como sociedad ante estos proyectos fallidos?
- Y quizá la pregunta clave: ¿Estamos listos para aceptar las cicatrices históricas como parte viva de nuestro patrimonio cultural?
Como crítica cultural (y aficionada empedernida al arte popular), defiendo mirar estos casos con empatía pero también espíritu crítico; aprender tanto del entusiasmo colectivo como del desencanto posterior forma parte esencial de nuestra educación sentimental colectiva.
Preguntas frecuentes
¿Por qué cerraron realmente Magnus Colossus?
Principalmente por problemas estructurales causados por el calor (que hinchaba peligrosamente la madera) y falta de mantenimiento adecuado debido a graves dificultades económicas y negligencias empresariales documentadas judicialmente.
¿Existe algún plan para reabrir la montaña rusa?
A día de hoy no hay anuncios oficiales ni planes públicos concretos para rehabilitar Magnus Colossus. La prioridad actual es mantener operativo el resto del parque mientras se buscan fórmulas innovadoras para revitalizarlo.
¿Terra Mítica sigue abierto pese a todo?
Sí, aunque con menor afluencia que hace dos décadas. Es frecuente ver promociones especiales dirigidas sobre todo a colegios o colectivos específicos. El parque intenta reinventarse dentro de sus posibilidades económicas limitadas.
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