¿Qué llevó a Viola Davis a lamentar su rol en “Criadas y señoras”? Descubre cómo este filme refleja dilemas sobre la voz negra en Hollywood.
Un éxito que incomoda: El eco de "Criadas y señoras" hoy
Hace más de una década, "Criadas y señoras" (“The Help”, 2011) irrumpía en los cines con fuerza arrolladora. Lo recuerdo perfectamente: era imposible no quedar cautivada por el trabajo actoral —en especial por Viola Davis— y la atmósfera sureña tan meticulosamente recreada. Para muchos espectadores, esta historia suponía un primer acercamiento emotivo al racismo sistémico en Estados Unidos. Sin embargo, el paso del tiempo (y una revisión crítica urgente) nos invita a preguntarnos: ¿qué se esconde tras ese aparente mensaje de empatía interracial?
Viola Davis, quien dio vida a Aibileen Clark, ha reconocido sentirse incómoda por el modo en que la película abordó las voces negras: “No eran las voces de las criadas las que realmente escuchábamos”. Esta reflexión abre una puerta necesaria para analizar cómo Hollywood narra (o silencia) ciertas experiencias.
Hollywood y el filtro blanco: Perspectivas que pesan
Si hay algo que aprendí cubriendo festivales y conversando con cineastas afrodescendientes es que la autenticidad de una historia depende tanto del punto de vista como de quién la cuenta. "Criadas y señoras" fue escrita y dirigida principalmente por un equipo blanco, basada en la novela homónima de Kathryn Stockett, también blanca.
El resultado: aunque las actrices negras brillan —Octavia Spencer ganó el Oscar secundario— el relato termina orbitando alrededor del personaje de Skeeter (Emma Stone), la joven escritora blanca que decide visibilizar el sufrimiento ajeno. En otras palabras: el viaje emocional central no pertenece a quienes vivieron la opresión, sino a quien lo observa desde fuera y decide intervenir.

Esto responde a un patrón persistente en Hollywood —lo vemos en títulos como "Green Book" o incluso "12 años de esclavitud"— donde la experiencia negra se filtra mediante miradas externas. Como crítica cultural, me parece crucial señalar que esta tendencia perpetúa una especie de mediación paternalista: las historias sobre discriminación se cuentan para tranquilizar conciencias blancas más que para confrontar realidades incómodas.
El peso del contexto: Black Lives Matter y las relecturas necesarias
En 2020, tras el asesinato de George Floyd y la ola global del movimiento Black Lives Matter (más información aquí), muchas obras culturales fueron reevaluadas bajo nuevas perspectivas críticas. "Criadas y señoras" volvió al centro del debate cuando se convirtió en lo más visto en Netflix Estados Unidos durante las protestas.
Viola Davis lo dijo sin rodeos: “[Siento] que me traicioné a mí misma y traicioné a los míos… porque actué en esta película que no estaba preparada para decir toda la verdad”. Palabras duras que reflejan una autocrítica valiente pero también un llamado a repensar los mecanismos industriales detrás del entretenimiento masivo.
Bryce Dallas Howard —quien interpretó a Hilly Holbrook— escribió en Facebook: “Es una historia ficticia contada desde el punto de vista blanco… Podemos ir mucho más lejos”. Este tipo de declaraciones muestran cómo incluso sus protagonistas reconocen limitaciones estructurales insalvables sin cambios profundos en la industria.
Experiencias personales y legado generacional
Confieso que ver "Criadas y señoras" por primera vez me provocó lágrimas genuinas; hay escenas difíciles de olvidar (ese abrazo entre Minny y Celia Foote). Pero cuanto más aprendía sobre representación e historia afroamericana —gracias sobre todo al testimonio directo de amigas críticas estadounidenses—, menos podía evitar pensar en mi propia responsabilidad como espectadora europea.
La abuela de Viola Davis fue criada doméstica; su madre también. ¿No debería ese legado ocupar otro lugar narrativo? La actriz expresa claramente su decepción porque lo vivido por mujeres como ellas nunca fue plenamente retratado ni explorado desde adentro. Ese hueco deja cicatrices no solo personales sino colectivas.
Cuando entrevisté hace unos años a artistas españoles racializados sobre papeles estereotipados (pienso ahora en el trabajo antirracista de Moha Gerehou), surgió un denominador común: la urgencia por tomar control creativo para contar sus propios relatos sin necesidad del aval o aprobación externa.
¿Cómo evolucionar hacia un cine verdaderamente representativo?
Hoy más que nunca urge apoyar películas escritas, dirigidas e interpretadas desde la experiencia propia —como "Moonlight", "Selma", o propuestas recientes españolas como "El año del descubrimiento"— donde minorías toman la palabra sin filtros complacientes.
La autocrítica pública de Viola Davis no resta valor artístico a su actuación; al contrario, le añade profundidad ética y muestra su compromiso con una representación justa e integral. Es momento también para espectadores (y críticos) europeos repensar nuestros hábitos culturales:
- ¿A qué voces damos altavoz?
- ¿Cuántas películas consumimos realmente creadas por personas negras o racializadas?
- ¿Cómo cuestionamos los clichés dentro y fuera de pantalla?
Estas preguntas merecen estar presentes tanto cuando encendemos Netflix como cuando escribimos sobre cine contemporáneo.
Reflexiones finales: El futuro es crítico… ¡y colectivo!
Como periodista cultural no puedo evitar sentir esperanza viendo cómo conversaciones antes marginales ahora ocupan portadas internacionales. Que figuras consagradas reconozcan públicamente sus contradicciones es fundamental para abrir camino hacia narrativas honestas e inclusivas.
“Criadas y señoras” marcó época pero también evidencia límites urgentes por superar si aspiramos a una cultura audiovisual diversa de verdad. El desafío pasa por escuchar activamente nuevas voces —no solo amplificarlas cuando conviene— e ir más allá del aplauso fácil o el consumo nostálgico.
Y tú, lector/a inquieto/a… ¿cuántas veces has revisitado tus propias películas favoritas bajo otra luz? Te invito no solo a verlas sino también a escucharlas desde quienes históricamente han tenido menos espacio para hablar alto.
Preguntas frecuentes
¿Por qué Viola Davis se arrepiente de su papel en “Criadas y señoras”?
Viola Davis lamenta haber participado porque considera que el filme priorizó la mirada blanca sobre la experiencia real de las criadas negras, quedando estas relegadas a un segundo plano narrativo pese al foco inicial prometido.
¿Cómo afecta esto al debate sobre representación negra en Hollywood?
Este caso ejemplifica cómo grandes producciones aún recurren al filtro blanco para relatar historias afroamericanas, obstaculizando avances reales hacia narrativas auténticas protagonizadas y contadas desde dentro.
¿Hay ejemplos recientes positivos sobre representación afrodescendiente auténtica?
Sí: títulos como “Moonlight”, “If Beale Street Could Talk” o “Selma” destacan por contar con equipos creativos mayoritariamente negros/as; además surgen voces latinas e hispanas exigiendo espacio propio dentro del audiovisual internacional.