¿Sabías que Viola Davis lamenta su papel en The Help? Descubre por qué y cómo este film desvela grietas profundas en Hollywood y la crítica social.
Mucho más que una película: ¿Por qué ‘The Help’ sigue incomodando?
Desde aquel primer pase de prensa de The Help en 2011, sentí esa mezcla entre entusiasmo y escepticismo tan típica cuando Hollywood se atreve a retratar heridas profundas de la historia estadounidense. No era solo por el reparto estelar —Emma Stone, Viola Davis, Jessica Chastain— ni por la elegancia con la que Tate Taylor había envuelto el relato en música y colores pastel. Era porque algo en la perspectiva me chirriaba desde el principio: ¿de quién es realmente la voz que escuchamos?
Han pasado más de diez años y hoy The Help no solo sobrevive como éxito de taquilla o favorita del streaming (aún disponible en Disney+), sino como objeto de un intenso debate sobre representación y responsabilidad ética en el cine.
El relato bajo lupa: cuando la voz principal no es la tuya
Viola Davis fue la primera en decirlo alto y claro: "Sí, me arrepiento de haber hecho ‘The Help’". Es una confesión valiente para cualquier intérprete —más aún viniendo de una actriz que ha luchado toda su carrera por visibilizar las historias negras desde dentro del propio sistema hollywoodiense.
Lo que Davis denuncia va mucho más allá del simple desencanto profesional. Señala un patrón estructural: The Help prometía contar los secretos, miedos y sueños invisibles de las criadas afroamericanas en el sur segregado. Pero lo hacía usando como intermediaria a Skeeter (Emma Stone), una joven periodista blanca cuyo recorrido termina robando protagonismo al sufrimiento real. Esa mediación blanca —el famoso "white savior"— convierte las vivencias ajenas en fondo para el crecimiento personal del héroe blanco.

Perspectivas silenciadas: ¿quién narra y para quién?
En palabras de Davis: “Si haces una película sobre mujeres negras criadas bajo opresión racial, tienes que dejarles hablar con toda su fuerza”. En cambio, sus personajes aparecen filtrados por las buenas intenciones (y limitaciones) de Skeeter. No escuchamos realmente su verdad, sino una versión edulcorada para tranquilizar conciencias blancas.
Como periodista cultural y apasionada del análisis fílmico desde una perspectiva crítica —y sí, también feminista e interseccional— reconozco ese sesgo narrativo al instante. Lo he visto antes: desde Criadas y señoras hasta producciones recientes sobre movimientos sociales tratados con distancia estética.
Hollywood y el ‘white savior’: un síndrome persistente
No es casualidad que The Help recibiera críticas feroces incluso antes de llegar a los Oscar (cuatro nominaciones nada menos). El público negro estadounidense reclamaba autenticidad. Medios como Vulture lo señalaron como uno más dentro del largo linaje de películas donde los personajes racializados existen solo para justificar el viaje moral del protagonista blanco (Crash, Green Book, Figuras ocultas…).
Esta fórmula resulta cómoda para grandes estudios porque permite abordar temas delicados sin incomodar realmente a la audiencia mayoritaria. Y eso termina relegando la experiencia negra —tan vívida, compleja e incómoda como merece ser contada— al papel secundario o testimonial.
¿Qué ocurre cuando las voces reales son desplazadas?
El caso más llamativo fue quizás el de Ablene Cooper, trabajadora doméstica real cuya vida inspiró parte del personaje de Aibileen Clark (Davis). Cooper llegó a demandar judicialmente a Kathryn Stockett (autora del libro original) por usar su imagen sin consentimiento; aunque perdió el caso, sentó precedente sobre los límites éticos entre inspiración artística y apropiación vivencial.
Miradas nuevas frente a viejos clichés: lecciones tras la polémica
No todo es negativo: la propia reacción de actrices como Bryce Dallas Howard (Hilly Holbrook) reconociendo públicamente los problemas estructurales detrás del film abre caminos insospechados para futuras producciones. La autocrítica genuina tiene poder transformador si se acompaña de cambios concretos.
Hoy vemos series y películas donde creadoras racializadas asumen el control creativo (véase Ava DuVernay o Michaela Coel), apostando por perspectivas honestas aunque incómodas. Esto está revolucionando tanto el contenido como las formas de consumo audiovisual global —especialmente entre jóvenes espectadores españoles cada vez más críticos ante relatos prefabricados.
Reflexionando desde Madrid: ¿qué puede aprender nuestra industria?
En España también hemos cometido errores parecidos adaptando historias reales a fórmulas comerciales o blanqueando conflictos históricos (el auge reciente del "cine quinqui" revisitado es buen ejemplo). Quizá sea hora de preguntarnos cómo podemos construir relatos colectivos más polifónicos; donde todos los protagonistas tengan agencia plena para contar su propia historia sin filtros paternalistas.
Como espectadora incansable (y confesa amante del cine social), celebro cada vez que una obra nos obliga a mirarnos al espejo aunque duela un poco. Si hay algo bueno en debates como el generado por The Help, es recordarnos cuán urgente es seguir pidiendo diversidad detrás y delante de las cámaras.
Para profundizar:
Preguntas frecuentes sobre The Help y la narrativa ‘white savior’
¿Por qué se considera a The Help un ejemplo clásico del ‘white savior’?
Porque centra la historia en una salvadora blanca mientras relega las experiencias auténticas de las mujeres negras al fondo narrativo, lo cual minimiza su agencia real.
¿Ha tenido impacto real esta autocrítica dentro de Hollywood?
Sí. Ha impulsado debates internos e incrementado proyectos liderados por creadores racializados; además, forzó cambios graduales en cómo se desarrollan guiones e historias sensibles.
¿Hay ejemplos recientes donde esto se haya evitado?
Series como I May Destroy You o películas dirigidas por Jordan Peele han roto moldes al priorizar voces propias desde la idea hasta la puesta en escena final.